Les dejo parte de mi historia:
Desde que recuerdo he crecido en un hogar cristiano, pero se que desde hace ya más de 17 años puedo decir que yo soy cristiano. Mi historia se resume en que soy una persona demasiado tímida pero nadie me cree. Cómo es esto dirás, te cuento que siempre me ha costado tener amigos, y tu dirás a quién no? Pues a mí desde el kinder siempre me fue difícil tener amigos o socializar con otros niños y niñas de mi edad, esto hizo que me volviera una persona sumamente callada y reservada desde temprana edad, esta frustración por no tener con quién relacionarme hizo que me convirtiera en un niño callado pero violento.
Todos hemos tenido compañeros que molestan mucho o que por su tamaño se han querido aprovechar de los más pequeños, pues de mi se intentaron aprovechar en muchas ocasiones, esto hizo que buscara la manera de defenderme de tantos abusos y comencé a darme de golpes con todo el que me insultara, me empujara o se quisiera aprovechar de mi, puedo decirte y no con orgullo sino todo lo contrario que gane todas las peleas, me pelee con diferentes personas desde que estaba en el kinder hasta los primeros años del colegio (noveno), creo que se inspiraron en mi para las películas de Karate Kid.
Yo sabía que de todos los estudiantes yo era el alumno que el director más conocía y no necesariamente por ser el mejor promedio. En medio de mi etapa escolar y colegial y de las muchas peleas que tuve con mis compañeros, había algo muy particular, y era que después de pelearme a golpes con algunos de mis compañeros y la reconciliación obligada para no ser expulsado, empezaba a tener una relación estrecha con las personas con la que había estado en conflicto, se podría decir que empezábamos a ser amigos.
Recuerdo que en sexto grado, en la época en la que uno empieza a preguntarse a que Colegio desea ir, me saltó una pregunta, claro además de a cuál colegio deseaba ir, y era ¿porqué me costaba tanto tener amigos de verdad? y ¿porqué terminaba haciéndome amigo de las personas con las que me había peleado en algún momento? Seguramente era porque no me había tomado el tiempo de conocer a la otra persona y de aplicar a mi vida ese mandamiento de amar al prójimo como a mi mismo.
Al final de la escuela decidí muy a pesar de mis padres y por la necedad de querer tener un uniforme diferente ir a estudiar el colegio al Liceo de Costa Rica (Para el que no sabe uniforme gris manga larga, corbata negra y es solo de hombres), en ese momento uno de los colegios públicos con mejores promedios pero también con los peores estudiantes. Antes de cursar el sétimo año mientras me encontraba en las vacaciones fin de año me invitaron al campamento de jóvenes de la iglesia.
Recuerdo que el último de los cuatro días de campamento justo después del desayuno tuvimos una reflexión que toco mi corazón, La persona que estaba hablando nos compartía acerca de los cambios, los nuevos retos, la manera en que nos relacionamos con otros y como esto marca a los demás a nuestro alrededor y como nuestras relaciones y las decisiones que tomamos marcan la diferencia e impactan al mundo en el que vivimos, esa mañana lloré como no tienen idea pero también analice mi vida hasta ese momento y me di cuenta que me faltaba algo, que no era suficiente con nacer y crecer en un hogar donde se hablara de Dios, que Jesús no tiene primos, solo hermanos y que El quiere tener una relación conmigo y no una religión, que quería ser mi mejor amigo ese que desde hace mucho tiempo yo estaba anhelando. Cuando tome la decisión de abrirle mi corazón y que llenara esos vacíos en mi algo en mí empezó a cambiar, no fue algo mágico ni inmediato, pero al tomar esa decisión Dios empezó a transformar mi manera de pensar y así iniciaron los cambios en mi manera de vivir.
En lugar de esperar que alguien fuera mi amigo, Dios me motivo a ser amigo de esas personas que no tienen amigos. Esto empezó a quitar de mi la verguenza, las ganas de pelear y la sensación de que nunca tendría amigos.
Hoy puedo decir que tengo muy buenos amigos, personas que considero mis hermanos, que suman más que los dedos de mis manos y mis pies juntos, personas de las que puedo decir que he influido de alguna manera y que han impactado de una manera muy positiva mi vida.
Dios me dio lo que anhelaba, amistad de verdad, valor y amor. Aunque en ocasiones me sigo considerando una persona tímida, mis amigos me recuerdan que Jesús ha transformado mi vida y lo sigue haciendo y que Él es mi mejor amigo.
Esta gente ha marcado mi vida y hay más, pero no me entran todos |
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